François-Henri Désérable estudió idiomas y derecho, fue jugador profesional de hockey sobre hielo y presentará en octubre su exitosa visión sobre la historia de célebres guillotinados por la revolución francesa en la FILUC 2016
François-Henri Désérable © Charlotte Jolly de Rosnay
Diez relatos que nos trasladan a la violenta ejecución de nobles y plebeyos durante los años más oscuros de la revolución francesa recibieron el premio a la vocación literaria de 2013 en Francia y se presentarán traducidos al castellano el 15 y 16 de octubre en el Municipio Universitario de Naguanagua.
¿Tienes algo que decir?
Dice Susan Sontag sobre Danilo Kiš: “La historia, u horror, que un escritor está obligado a soportar no hace de él o ella un gran escritor. Pero la geografía es destino”. ¿Está de acuerdo?
Lo que hace grande a un escritor es su lengua, su ritmo, “su pequeña música” como se decía a propósito de Sagan. Ni la historia o el horror que deba este soportar, ni tampoco la geografía.
En su libro el imaginario sangriento de la revolución adquiere un matiz compasivo. ¿Tiene sentido cortar la rosa cuando está marchita?
Lo que tienen en común la mayoría de los personajes cuyas últimas horas he intentado trazar es su admirable valor ante la muerte. Es por eso, sin duda, que muestro simpatía frente a ellos, pero todo hombre, por muy sinvergüenza que haya sido, cuando se dispone a morir, me suscita mayor o menor empatía, y quizá incluso me mueve a la compasión.
Cuántas versiones ha bebido de la Revolución Francesa. ¿Es esta su versión más definitiva?
He leído mucho para tratar de captar los últimas emociones de la vida en el caso de algunos hombres y mujeres que experimentaron “la rápida bocanada de aire fresco en la nuca”: Cae el cuchillo, la cabeza es degollada en una ráfaga de la mirada, el hombre ya no existe. Apenas siente el mismo un rápido soplo de aire fresco sobre la nuca. Son las palabras del doctor Guillotin, cuando a principios de diciembre de 1789, presentaba ante la Asamblea Constituyente lo que se convino en llamar “la guillotina”. Deseaba que mis relatos tuviesen un fundamento histórico. Así, pues leí un poco más de cien obras sobre la Revolución: ensayos, novelas, biografías y documentos de época. Me empapé del terror con deleite.
En su libro, la voz del pueblo está muy al fondo, en un tercer plano ¿es intencional? “Mal que le pese al relojero de Ginebra, el ser humano no es bueno por naturaleza. El pueblo, tampoco”.
Pero quiénes eran Danton, Robespierre, Chénier, Charlotte Corday, etc., sino hijos del pueblo. Olvidamos a menudo que no son ni aristócratas, ni clérigos los que pagaron mal el alto tributo en la guillotina. El contingente más importante no estuvo constituido por aquellos originarios de lo que se denominaba, antes de la Revolución, el “tercer estado”, es decir el pueblo, cuya voz he querido hacer escuchar a través de personajes más o menos ilustres que fueron guillotinados.
¿Qué tema investiga para una próxima publicación?
La próxima novela será un estudio, mitad real, mitad ficción, en torno a un personaje que ya aparece en mi libro La Promesa del Alba, un cierto Sr. Piekielny, y que hizo jurar al joven Romain Gary que pronunciaría su nombre “ante los grandes de este mundo”. Confío en poder terminarlo antes de concluir el año, tras lo que me dispongo a recorrer en moto América del Sur durante varios meses, de Buenos Aires a Caracas, siguiendo el rastro trazado por Ernesto Guevara. Escribiré un relato del viaje.
L’interview pour El Universal (Venezuela) est à retrouver ici.
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